¿Qué sabés sobre el temido ACV? Tips para reconocerlo y prevenir

En el marco del Día Mundial del ACV, que se conmemora el 29 de octubre, la asociación civil ALPI lleva adelante actividades de concientización y acerca algunos tips sobre sus síntomas y sugerencias para su prevención. Ocurren unos 279 casos por cada 100.000 personas, en Argentina.

Por Vanina Daniela Fernández Caputi (MN 102259 MP 229249), cardióloga de planta de ALPI Asociación Civil

Según  la  Organización  Mundial  de  la  Salud  (OMS), el Accidente CerebroVascular (ACV)  es la  segunda  causa  de  muerte  y  la primera  de  discapacidad  en  los  adultos,  a  nivel  mundial.  Si analizamos la etimología de las palabras, deberíamos referirnos a “ataque cerebrovascular»,  ya  que  los  accidentes  pueden  prevenirse.

En nuestro  país,  se producen  aproximadamente  270  casos  por  cada  100 mil  habitantes.  Cada  cuatro  minutos, una  persona  sufre  un  ataque  cerebral,  lo cual equivale a un total de entre  130  y  140 mil  personas  por año. En  CABA,  solo  el 60 % de  las  personas  saben  cómo  detectar  un  ACV  y  actuar  en  consecuencia.  Solo  1  de  cada  4  pacientes  que  sufre  un  ACV,  llega  a  tiempo  al  hospital y más  de  20 mil  personas  mueren  al  año, a causa de esta patología.

Mortalidad y discapacidad

El  cerebro  tiene  aproximadamente  120  millones  de  neuronas y, con  un  ACV,  se  pierden  casi  dos  millones  por  minuto. Estas  cifras que son  realmente  alarmantes, no  están  acompañadas  por una concientización apropiada y acorde a una  enfermedad  con tasas de mortalidad y discapacidad tan altas.  En este sentido, la  población  tiene  más  conciencia  y  sabe  actuar   con  mayor  rapidez   frente  a  un infarto (50 mil  casos  por  año).

Existen  dos  tipos de ACV: el isquémico y el hemorrágico. Los  primeros se producen  por  la  interrupción  o  bloqueo  de  una  arteria  que  lleva  sangre  al  cerebro, ya  sea  por una trombosis  o una  embolia (en  estos  casos, se  cuenta  con  3 horas  para  recibir  un  tratamiento  eficaz; en  ciertas  condiciones, puede  ser  hasta  4  horas y media).

Los  ACV  hemorrágicos  se  producen  por  la  rotura de un vaso,  con  la  consecuente  hemorragia  cerebral  que  provoca una  presentación  más  abrupta, tiene una  alta  tasa  de  mortalidad  y  requiere, en  algunos  pacientes,  tratamiento  quirúrgico  inmediato.

Capacitar e informar, fundamental

Por todo esto, es necesario instruir  y  capacitar  a  la  población  sobre  el reconocimiento  temprano  de  los  signos  clínicos  del  ACV  y  la  búsqueda  inmediata  de  atención  médica,  ya  que,  de  esta  manera,  se  pueden  reducir  las  posibilidades  de  muerte  y  discapacidad de forma considerable.

¿Qué síntomas que se deben tener en cuenta?

  • ASIMETRIA  FACIAL:  se  pierde  la  simetría  de  la  sonrisa  en  la  cara  («parece  torcida»).
  • TRASTORNOS  EN  EL  HABLA, cuando la persona no comprende lo que se le dice.
  • BRAZO  CAíDO: debilidad  en  un  brazo,  que  puede  acompañarse  o  no  de  debilidad  en  la  pierna  del  mismo  lado.
  • DOLOR  DE  CABEZA: de  gran  intensidad.
  • PÉRDIDA  DE  LA  VISIÓN  o visión borrosa.
  • DIFICULTAD  PARA  COORDINAR  los movimientos, caídas o dificultad para caminar.
  • MAREOS  O  VÉRTIGO

Edades

Un ACV afecta a casi  al  30 % de  las  personas  mayores  de  65  años  y  el  riesgo  de  padecerlo  se  duplica  en  cada  década  a  partir  de  los  65  años.  También  puede  ocurrir  en  personas  jóvenes  con  factores  de  riesgo.

En  los  mayores  de  65  años,  el  20 % de las personas  es  dependiente  de  terceros  en  sus  actividades  diarias  hasta  los  6  meses  y  el  46 %  tienen  déficit  cognitivo. Por  lo  tanto,  un  episodio  de  ACV  no  solo  cambia  la  vida  de  la  persona  que  la  padece,  sino  también la de  toda  su  familia  y  amigos.

Factores de riesgo controlables o modificables (estos explican el 90% del riesgo de presentarlo):

La presión arterial, que juega  un  rol  crucial.  En  el  ACV Hemorrágico,  se  encuentra  en  el  85%  de  los  pacientes  y  en  alrededor  del  50 %  de  los  isquémicos.

Una dieta saludable:  aumentar el consumo  de  verduras, frutas  y  productos  lácteos  bajos  en  grasa  y  grasa  saturada  reducida;  evitar el consumo  excesivo  de  sal  y  la  baja  ingesta  de  potasio  para  disminuir la presión  arterial.

Consumo de alcohol: de  manera  leve  a  moderada.

No fumar: Es un factor potente de  riesgo  de  ACV  Isquémico  (lo duplica),  mientras  que  dicho  riesgo  aumenta  de  2  a  4  veces  para  el  ACV  Hemorrágico.

Actividad física: se  recomienda  150  minutos  por  semana  de  intensidad  moderada (por  ejemplo,  una  caminata  rápida)  o  75  minutos  por  semana  de  actividad  aeróbica  de  intensidad  vigorosa (por  ejemplo,  correr)  o  una  combinación  equivalente.  ¡Siempre  es  mejor  realizar  cualquier  tipo  de  actividad  física  que  ninguna!.

Uso de anticonceptivos orales.

Diabetes Mellitus: es un factor de riesgo independiente de ACV, duplica  el  riesgo con  una  mortalidad  del  20 %.

Obesidad  (índice  de  masa  corporal: Peso / Talla 2 > 30 kg / m2 ).  Obesidad mórbida (IMC > 40 kg / m2). Sobrepeso (IMC entre 25 a 29 kg / m2). Los  hombres  que  presentan  una  circunferencia  de  cintura > 102 cm  y  las  mujeres  con  una  circunferencia  de  cintura >  88 cm,  están  clasificados  como  obesos  abdominales.

Factores de riesgo no modificables: 

la edad, el género (los  hombres  son  más  propensos a  tener  un ACV), la herencia familiar, antecedentes personales, arritmias, cardiopatías.

Una vez que se tuvo un ACV se  debe  focalizar  el  tratamiento  para  lograr  la  mayor  independencia  posible. La recuperación y la rehabilitación deben iniciarse cuanto antes, es  decir,  se debe volver  a  habilitar  la  función… Re aprender para alcanzar  nuevamente   la  reinserción  familiar  y  social.

Acerca de ALPI

ALPI Asociación Civil es una entidad que se dedica  al diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de patologías neuromotrices en pacientes pediátricos y adultos, desde hace más de 70 años. Este espacio permite la atención de pacientes cuyas patologías derivan de un accidente, lesión o enfermedad. La entidad también ofrece un Certificado de Accesibilidad a todos aquellos establecimientos públicos y/o privados que estén interesados en adaptar sus espacios para personas con movilidad reducida y también es sede de la Escuela Metropolitana de Altos Estudios (EMAE), el primer espacio de inclusión educativa terciaria de Latinoamérica. 
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