La asombrosa historia de Elisa, la Machi sanadora de Roca

«Cada persona tiene el poder de sanarse a sí misma. Creyendo en las capacidades propias y no en las limitaciones. El ‘no’ es una palabra que hay que sacar de nuestra boca», dice Elisa Tripailaf, sin dudar. Habla bajo y en forma pausada, pero sus palabras tienen peso. Porque habla desde su experiencia.

¿Quién es Elisa? Una mujer de 59 años, bajita, de cabellos largos y mirada serena y transparente. Es una Machi, según se reconoce. Una mujer nacida en la comunidad mapuche Linares, a escasos kilómetros de Junin de los Andes, que también es profesora de Idioma y Cultura Mapuche en la Facultad de Lenguas (Fadel), de la Universidad Nacional del Comahue en Roca. Y, en pocas palabras, «sana».

Cuenta que lo que hace no son «milagros» ni hechicerías. Simplemente ayuda a las personas «a sanar». Prefiere no hablar de «medicinas alternativas» ni de terapias de moda.

Una Machi se nutre de terapias ancestrales, milenarias. Del poder de la sanación, cuenta, y eso es lo que hace. Todo se trata de salud, al fin.

Esta mujer, que nació en una pequeña comunidad mapuche neuquina, de la cual se marchó tras cumplir 15 años, usa solo sus manos. Nada de remedios ni yuyos, dice. Nada de «cosas raras». «Lo único que aconsejo -sonríe- es tomar agua. Mucha agua, porque el agua limpia todo». «Cuando yo estuve muy enferma, antes de aceptar quien soy, me curé con agua», explica.

Elisa vive en Roca y trabaja con la energía que se mueve en torno a una persona y trata, cuando existen problemas, de ‘moverla’ hasta alcanzar un necesario equilibrio. Celebra el «machitún» (ritual de curación)

Dice que es algo similar al reiki, una práctica actualmente reconocida a nivel mundial, incluso por por organismos sanitarios.

Consultas desde toda la región y provincias vecinas

Pacientes de diversas ciudades de Río Negro, Neuquén e incluso otras provincias del país desde hace años la consultan. «Gente que está muy mal, que no puede dormir, que se siente enferma, que llegan a veces ahogadas por tantos problemas y no saben qué hacer, hacia dónde ir», relata.

– ¿Qué es lo que hacés?, le preguntamos.

– Lo que yo hago no es milagro. Es una sanación: espiritual, psicológica, kármica y física. Porque de todas las enfermedades que padecemos, cuando el cuerpo manifiesta su dolor, por algún lado tiene que salir. Es a través del dolor que se manifiesta lo que uno no pudo resolver. Porque no se puede resolver el enojo, el resentimiento, el miedo, la frustración, el perdón. Con los padres, los abuelos, la pareja… Y cuando eso no se resuelve, hay energía que está. Energía generada en el contacto físico. Y si no no se libera o no se decide cortar con eso, siempre se está volviendo para atrás. Con los sentimientos, con los recuerdos, con el enojo, y eso hace que el cuerpo se enferme.

– ¿La gente que la consulta debe creer en esto?

– La gente debe creer. Yo hago que baje ese nivel de las emociones, de su ansiedad, y cuando empiezan a sentirse en paz, en armonía, (se dan cuenta que) su cabeza no es la que domina. Cuando se baja todo ese movimiento, es cuando la persona puede empezar a entender lo que le pasa.

– Vivimos en tiempos de crisis, ¿qué es lo que tanto afecta a las personas?

– Hoy lo que se vive es un gran vacío espiritual. Cuando atiendo a veces pregunto ¿qué viene a buscar y cuánto está dispuesto a poner de su parte, para hacer que la respuesta le llegue?. Yo no hago milagros, yo dependo de ustedes también. Es un cincuenta y un cincuenta. Si está dispuesto a sanarse yo lo voy a apoyar en esto, y eso va a ser que mejore día a día. Hay algunos que vienen incrédulos y cuando notan que se van diferentes a como entraron, vuelven. Sino, es porque no tenía que ser.

Elisa ha visto muchos casos, y muy diferentes a lo largo de los últimos años. Algunos han marcado sus recuerdos. Como el de un hombre mayor de Neuquén que sufrió una parálisis parcial en su cuerpo y sus familiares corrieron por ayuda. «Él mejoró. Mejoró de a poco y hasta el día de hoy seguimos en contacto», cuenta. «Porque aceptó lo que le pasaba y comenzó a creer. Lo que hace falta es entender que hay que vivir ‘el aquí y ahora’. Soltar, liberar… y refugiarse en la espiritualidad.

– ¿Cómo llegan las personas hasta acá?

– Mucha gente me conoce y en general vienen por recomendación de uno o otro, de personas conocidas. Me piden que las vea y, si tiene que ser así, llegan y sino no. Hay gente que vuelve, otros que no, porque es lo que tiene que ser…

El sueño de estudiar

Elisa vivió hasta los 15 años en una comunidad mapuche. «Cuando comencé el primer grado no sabia lo que era hablar castellano solo mapuche. Terminé la primaria y decidí irme a la ciudad (Neuquén) buscando oportunidades. Mi idea era terminar la secundaria pero me resultó muy difícil, al no tener a nadie como apoyo tuve que emplearme en casas de familia».
Fue por esos años que comenzó a sufrir destratos por ser mapuche, explica, «y empecé a negar mis raíces».
«Mi castellano no era tan fluido y mis patrones, unos españoles, siempre me decían: ‘hablá bien, no hablés como los indios y eso me empezó a hacer pensar…  ¿así seremos todos a los que nos consideran indios?, entonces empecé a avergonzarme y negar mi identidad. Así viví la adolescencia, negando mi origen. Después llegué a Roca a trabajar y empecé la secundaria pero no pude terminar porque tenía que trabajar, y quedó ahí todo trunco».
«A los 21 me casé, formé mi familia, a los 24 tuve mi primera hija y a los 30 el varón. En ese tiempo me incorporé a la iglesia católica. Algo en mí había muy fuerte que me movilizaba, buscaba llenar ese vacío que sentía. Me incliné cada vez más a la iglesia y hasta llegué a dar comunión, celebraba la palabra cuando no estaba el sacerdote. Fueron muchos años. Hasta que sentí que eso tampoco me llenaba, y empecé a reencontrarme con mis raíces. Senti que quería luchar por mi identidad…y empecé a soltar…».

Sueños y raíces

Fue allá por el año 2000 que «tuve el primer sueño con mi abuela donde me decía que vuelva a mis raíces… Fue entonces cuando empecé otra vez la secundaria y la pude terminar. Después en un encuentro en la Escuela de Idiomas (ESI actual Fadel) conocí a un profesor y me ayudó a retomar mi idioma. Porque en todo este largo proceso, lo había olvidado. Él me dijo ‘no hay que negarse’ y eso es lo que yo había hecho. En el 2004 vuelvo a soñar con mi abuela, y con otra anciana, las tres mirando hacia el este, hacia la salida del sol, y me dijeron que solo me iban a hablar en nuestro idioma. Me trajeron un mensaje muy lindo, que algo maravilloso me esperaba, y a la semana empecé a acordarme de más palabras y empezaron a salir solas de mi boca. Ahí me motivé más para seguir, y fue tiempo después que una chamán me vino a hablar de lo que significa ser una machi. A pesar de que ni mi familia me entendía, empecé este camino de la sanación. A ayudar a gente que me encontraba porque lo necesitaba».

¿Qué es un o una Machi?

Un o una machi es un chamán en la cultura tradicional del pueblo mapuche, un pueblo indígena de Chile y Argentina. Su principal rol es la curación de dolencias, tanto los males físicos como los que se consideran derivados de la acción de fuerzas espirituales o a transgresiones de normas.
Puede ser machi una mujer o un hombre. Dirige los ceremoniales de curación, llamados machitún, son prácticas ancestrales milenarias. «En cuanto a la pérdida de esta práctica hubo factores muy puntuales: puedo mencionar algunos como la prohibición, la evangelización, la persecución de los machis», dice Elisa. «Esto llevó a la invisibilización de la sabiduría», agrega.

El machi es la figura central de la medicina mapuche, poseedor de gran sabiduría y poder curativo, explican los estudiosos de pueblos indígenas. Tiene también el poder de los espíritus y los sueños (pewma), que son de gran importancia, a partir de su interpretación.

Contacto con Elisa: elisatripailaf@gmail.com

S.S. (redaccion@siempresalud.com.ar)

www.siempresalud.com.ar

Mirá también la publicación en The New York Times sobre las prácticas sanadoras mapuches en Chile.

Leé también «Conceptos de enfermedad y sanación en la cosmovisión mapuche

Existe una tendencia a la medicina integrativa, advierten especialistas, que impulsa (lentamente) cambios en el sistema sanitario. Mirá «Aplican Reiki en un hogar de ancianos» en Argentina

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11 pensamientos sobre “La asombrosa historia de Elisa, la Machi sanadora de Roca

  1. Hola Elisa me gustaría ir cómo hay que hacer me pasarías dirección y días

  2. Buenos días estoy con ancias de contactar me con Elisa, necesito llegar a ella. Gracias.

  3. Hola Elisa buenas tardes nos gustaría saber, cuando y donde la podemos visitar! Somo de La Pampa

  4. Hola Elisa necesito verla me duelen mucho los huesos gracias

  5. Hola!Elisa,vi notas suyas y me hablaron de uds.y hoy viendo esta nota:me acorde de uds.»facultad», me dije.Perdón soy Leticia,era la encargada del comedor de la facu.Me interesa hablar con uds.para que si me puede ayudar por algunos problemas que yo tengo.Desde ya le agradezco se haya tomado el tiempo de leer mi mensaje.la saludo.gracias!!!

  6. Elisa es una persona hermosa!!..varias veces me atendió durante mi etapa de quimioterapia…totalmente agradecida!!!

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