Despliegan un nuevo mundo cuando se calzan sus coloridos trajes de payaso y alegran los pasillos del hospital Francisco López Lima. Son los Payamédicos de Roca, que intercambian alegría, entusiasmo, suben las endorfinas de los producientes (pacientes) y, entre el teatro y la medicina, cumplen un rol voluntario invalorable.


La nariz naranja no solo marca la diferencia. Sino que es la esencia, casi básica, que abre las puertas a un nuevo mundo. El mundo (real) en el que ellos entran y salen, con soltura, con pasión, con ternura extrema.
¿Por qué? Porque así lo sueñan y así lo eligen. Cada día, cada mañana, cada tarde. Cada sábado cuando visitan el hospital. Cuando se cambian, se ponen los mejores y más coloridos trajes de payasos y entran en el maravilloso mundo de los payamédicos.
Donde hay miles de payaocurrencias, de payaideas, payarisotarios, payarisas y miles y miles de payabrazos y besos.
Porque las sonrisas son garantizadas cuando ellos irrumpen en cada sala, en cada habitación del López Lima de Roca. Y también porque si de entusiasmo y entrega se trata, a ellos les sobra.
¿A quiénes? A esas 16 personas (en este momento activas) que integran el grupo Payamédicos de Roca. Desde Lili, empleada de la mejor panchería de la ciudad (la que está cerquita del cine, de paso el chivo!!!), hasta Laura, una de las maestras del grupo y también ‘la Banny» (así de difícil como ella lo escribe), una ama de casa y artesana con cuatro hijos, que se hace tiempo para todo. También lo integran Rocío -la ‘nena’ del grupo’, que estudia Odontología- y Gise, una maestra jardinera que exhala entusiasmo y alegría por los poros, y muchos más: Vivi, Sandra, José Luis, Gonzalo, Belén, Yamila, Sofi, Lina, Gimena, Miriam y Vanina.
Ellos son los payamédicos roquenses. Ultraconocidos por su buena onda, sus ropas coloridas y principalmente por la labor que hacen como una noble terapia. Porque se trata de un voluntariado que desarrollan tras haber estudiado y capacitado.
Todos se han pagado cursos, viajes, se siguen perfeccionando en «payamedicina» y cada uno se hace la vestimenta que usa, con colores y detalles muy especiales.
– Entonces ¿qué es ser payamédico?
– «Es una filosofía de vida para nosotros», coinciden, cuando hablan con «Siempre Salud», al término de una intervención en el Instituto de Formación Docente. Y lo pudimos ver: fueron apenas unos minutos de aparición de «las doctoras» en las aulas del Instituto, de recetas de besos y abrazos y risas. Muchas risas, y el clima cambió.
«Es como volver a ser niño. Nos llevamos más de lo que damos, es una alegría muy movilizante», cuentan las chicas.
«No es como muchos piensan, el tradicional payaso, el payaso bufón. Esto es una terapia donde nos conectamos con los producientes, así les llamamos a los pacientes, porque ellos son los que producen, a partir de todo lo bueno y sano que hay en ellos».
«No nos permitimos hacer el ridículo, hablamos desde el amor, abogamos por un mundo donde con amor se puede vivir mejor», explica Gisella.
¿Qué querés ser cuando seas grande?: Payamédico
Ser payamédico implica una responsabilidad grande: se estudia desde teatralidad hasta payamedicina, bioseguridad, psicología, donde se incorporan los conceptos básicos ligados a la salud y a la medicina. El grupo cuenta con su propio vocabulario, y mantienen firmes los principios éticos, de solidaridad y compromiso en que creen.
«Lo que hacemos son intervenciones terapéuticas, dentro del ámbito hospitalario. Buscamos desdramatizar ese ámbito y trabajamos en cuatro sectores, pediatría, clínica de mujeres, hombres y también en el pasillo de Neonatología», apuntan Viviana, Banny y Lili.
Se preparan para cada intervención en el payalaboratorio, porque es todo un arte el que despliegan a la hora de tratar con los enfermos y sus familiares.

Trabajo, compromiso y solidaridad
Todos trabajan, estudian, tienen familias, hijos/as, y edades diferentes. Vidas diversas. Sin embargo a todos los une algo: sus ganas y compromiso por ser ‘payas’. Corren, dejan de hacer lo deben por algunos momentos, o lo programan con tiempo, pero a la hora de hacer una intervención (por lo general en duplas) nadie falta a la cita.
– ¿Cómo trabajan con las personas que están internadas?
– Potenciamos ‘la parte sana’ de los producientes. Trabajamos con la risa, con la alegría. Y sí, a veces nos encontramos con algunas resistencias pero estamos preparados para enfrentar eso, trabajar con eso. Pero muchas personas, porque vienen bastante de la Línea Sur, del Valle Medio y de lugares alejados, lo agradecen mucho. Hay gente que está sola y si la podemos ayudar, ¿qué mejor?
Gise es maestra jardinera, profe de danza y amante del clown. Cuenta que eligió ser payamédica porque «también tuve la experiencia de pasar por los payasos de hospital y es algo que quería multiplicar».
Lili dice que «ser paya es la mejor versión de Lili». Lo asegura con una sonrisa limpia y serena, acompañada de sus dos hijos en una intervención en la que no alcanzó a participar porque trabajaba, pero igual asistió a apoyar al grupo.
Rocío menciona que «con una amiga fuimos a una charla de payamédicos y salimos fascinadas. Dije tengo que estar ahí y acá estoy».
Cada uno tiene su historia y elige compartirla con el resto.
«La idea es cambiar aunque sea un instante de lo cotidiano. Irrumpimos sorpresivamente y cuando logramos que las endorfinas (las llamadas hormonas de la felicidad y el bienestar) estén arriba, desaparecemos. Nunca nos despedimos. Dejamos la alegría instalada y nos vamos», agregan Gise, Vivi y Banny, quien se sumó al grupo «después de que vi al grupo de payamédicos desfilando para un aniversario de Roca. De algún modo me quería acercar al hospital y dije quiero estar ahí. Y esto es maravilloso, todo el tiempo estamos recibiendo cosas que nos llenan el alma», dice.
Laura también lo adoptó como una filosofía de vida: «mi mamá está enferma y noté que a mi hermano la risa lo ayudaba y a todos hace bien».
Los cuatro payatiempos
Son las etapas en que se despliega el arte de los payasos de hospital: el primero es el payapase: «vamos al hospital y nos interiorizamos de lo que pasa en cada sector, quiénes están internados. Hablamos con médicos/as, enfermeros/as. La idea es conocer a cada produciente».
Luego se realizan las intervenciones en el ámbito hospitalario. Posteriormente se realiza el ‘payabalance‘ «cuando venimos y con tu dupla vas resonando todo lo que pasó, sacando afuera, si hubo algún momento que te capturó, que es cuando enfrentás alguna situación que puede sacarte de tu rol».
Y finamente «hacemos una payagrafía, usamos técnicas de psicodrama. Además tenemos nuestro ritual para entrar, hacemos círculos y vamos entrando en el payaso y lo mismo para salir».
El «idioma paya»
Para hablar con los payamédicos, hay que hacerlo con propiedad: en este universo lo bueno predomina y abundan los payamigos, los payabrazos, los risotarios (recetarios) donde las doctoras y doctores, de pelucas coloridas y narices naranjas recetan el a,b,c de la medicina: abrazos, besos y caricias.
En esto no hay nada librado al azar y todo ha sido minuciosamente estudiado: la naríz es naranja porque usualmente el rojo remite a la sangre. En las vestimentas solo predominan colores que irradian alegría: como el fucsia, el naranja, verde, amarillo y celeste. No hay cierres porque pueden remitir a suturas, y tampoco divisiones de colores entre las prendas (como una pierna de un color y otro) porque hay personas con dolencias o faltas de miembros inferiores.
Silvana Salinas
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