¿Qué son las EPOF?:»Algo al oído»

En el Día Mundial de las Enfermedades Poco Frecuentes que se conmemora cada 28 de febrero, reproducimos un cuento escrito por un médico pediatra, premiado en un Congreso de Pediatría, sobre este tipo de dolencias.

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Por el Dr. Daniel Stechina – MP 2.316 (Miembro de la Subcomisión de Prensa de la Sociedad Argentina de Pediatría)

«Mateo tenía 8 años cuando lo vi en mi consultorio por primera vez…

El motivo de consulta era la preocupación familiar por una palidez de aparición brusca y cansancio llamativo en un niño tan alegre y activo como él. Su madre tenía dibujado en su rostro la angustia de quien presiente algo malo.

El simplemente quería saber por qué se cansaba tanto últimamente y porqué su madre le insistió tanto en visitarme.

Desde el mismo día en que se comenzaron los estudios y el diagnóstico fue lo que la madre presentía, su salud se deterioró paulatinamente a pesar de todos los tratamientos realizados.

Cuando se comenzó a sentir abrumado por las medicaciones y estudios invasivos buscó y encontró en mí un aliado para sus inocentes escapes de la realidad. Cada vez que concurría a la consulta me hacía algún pedido cómplice al oído.

“Te digo algo al oído” me decía, prácticamente en un susurro para que los padres no escuchen y haciendo puntitas de pié. Yo me inclinaba y escuchaba sus pedidos mientras su madre buscaba distraidamente algún papel entre los informes y estudios que llevaba siempre en una prolija y cada vez más abultada carpeta.

“¿Puedo seguir comiendo chocolate?” Si los remedios me hacen doler la panza… “Puedo tomar gaseosas”. Si pero…poco y mamá me avisa si te sentís mal.

“Tuve fiebre pero ahora estoy mejor”… “¿Puedo salir afuera a jugar si hace frío?” Si pero…abrigado.

¿Cómo decir que no a un pedido al oído?

Te digo algo al oído…no le digas a mamá que estoy mal, ella se pone peor y llora.

Te digo algo al oído…no quiero que me pinchen más. Te digo algo al oído…estoy cansado de tomar remedios.

Te digo algo al oído…no quiero estar más en el sanatorio.

Ya en su casa, en su habitación, en su cama, yo me acercaba a su oído simplemente porque para él ya significaba un esfuerzo hablar.

Gracias por prestarme siempre el oído…fue lo último que me dijo…y sentí su beso en mi mejilla…yo también lo besé, lo acaricié y me despedí, toda su familia estaba con él.

Aún hoy lo escucho…te digo algo al oído…

El presente texto fue distinguido con el Segundo Premio del concurso ‘Cuentos Cortos’ del Congreso Argentino de Pediatría de 2011.
Corresponde a la vivencia producida a partir de una Enfermedad Poco Frecuente

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