Alerta adolescentes: prevención saludable entre pares

Por Norma Mora (*) para Siempre Salud

“La adolescencia se puede comparar con un cristal en bruto al cual el mundo adulto cual orfebre intenta pulirla y limarla para adaptarla a sus gustos o ideas de cómo debería ser; sin advertir que debajo de sus impurezas y rugosidades existe un enorme potencial y energía que en la medida que sea tenida en cuenta podrá manifestarse en plenitud.  Es ese potencial y energía que se podrá poner en evidencia respetando su esencia y promoviendo los pilares de la resiliencia y la salutogénesis”
                                                    G.Girard

 

Transitar la Adolescencia no es un proceso madurativo, es transformacional; algo que se logra y se construye con un  trabajo psíquico y cultural. Este puede prosperar  y alcanzar plenitud en su madurez como también puede estancarse o fracasar de acuerdo a las condiciones del contexto, de las relaciones familiares, de los procesos intra-psíquicos o de factores resilientes.

Es de esta manera como se va construyendo la subjetividad. El/la adolescente puede ver facilitado su crecimiento y desarrollo si existe una interrelación de determinantes sociales culturales y políticos  que consolidan  posibilidades para la construcción de una vida con proyecto.

Cada adolescente crea y recrea su mundo, configurándose a sí mismo. En este trayecto no todas las condiciones son de igualdad de oportunidades y posibilidades. Para los/as excluidos/as  y discriminados/as, porque portan etnia, color de piel,  diferentes identidades y/o orientación sexual,  rostro,  formas particulares  de vestir, andar; por  el aislamiento, la  soledad,  tristeza cotidiana.

Por estos aspectos podemos afirmar que no existirá salud integral física-psíquica-social posible, mientras esté excluido/a de su condición de “ser  sujeto de derecho”.

Tampoco existirá salud integral para aquel o aquella adolescente que, aunque tenga resuelta cuestiones básicas inherentes a la alimentación, vestimenta, educación, u otras necesidades materiales,  no esté reconocido por el otro.

Un “otro” familia, institución, organización, par,  que lo/la mire, escuche, interpele y  ayude en su construcción subjetiva. Esto lo vemos a diario. La soledad, el abandono de los/las adolescentes, en la que habitan sus espacios cotidianos,  la no mirada por parte de los miembros del  grupo familiar  y el contexto no distinguen  condición social. Hablamos de una mirada  amorosa que atienda, entienda,  escuche y oriente. Una mirada  que junto a la palabra  sea creadora de la cultura y depositaria de la ternura. Los/las  sujeto/as  se construyen en y con la ternura, desde la empatía  que suministra cuestiones de vida y fortalece la autoestima para crecer  y alcanzar  autonomía e identidad.

Cabe la pregunta, ¿quien está del otro lado interpelando estas existencias?

Implica para los/as adultos, las familias, las organizaciones del estado y de la sociedad civil compromiso, exige colocarnos en un lugar donde aprendamos a habilitar la  palabra para que fluya hacia el sentido del  crecimiento y la maduración, exige formarnos, interiorizarnos, no improvisar.

Necesitamos disponer de un andamiaje ideológico, teórico  y metodológico complejo para entender las nuevas formas comunicacionales, las formas de tejer confianza, de tender puentes amigables. Apuntamos a construir  ciudadanía, con inscripción de sujetos que necesitan mirar sus historias y  desarrollar capacidad reflexiva de sus acontecimientos,  y de los acontecimientos que los circundan.

Para esto es fundamental ser creíbles como mundo adulto.

No pueden quedar solos/as, reclaman nuestra estadía, nuestra mirada. Un mundo adulto con firmeza en la palabra dada, convicción para la apertura de canales de participación,  con normas claras, mensajes certeros que abran la posibilidad de expresión, sin estigmas ni prejuicios. Implica disponer de capacidad de escucha, empoderar a ese otro/a que se construye a partir de una mirada  que lo confirma. Ir al encuentro, viabilizar las posibilidades. El desarrollo y crecimiento va determinando la disminución de la dependencia con la familia de origen  y aumenta la intensidad de las relaciones con pares y adultos que están por fuera del contexto familiar. El  grupo de pares adquiere relevancia. La figura de Preventores Juveniles o promotores de salud, trata  de colectivos que ayudan a dialogar, a escuchar y entender desde la lógica de la paridad, por lo tanto permite crecer acompañado, crecer “acompasado”.

Las experiencias exitosas que persisten en el tiempo  son aquellas que en el marco de los espacios grupales con adolescentes se incluyen los temas y las modalidades que  ellos/as mismos requieren. Entonces  nos cabe preguntar qué necesitan, qué quieren, qué piensan, qué anhelan, qué les pasa todos los días y desde allí reconstruir nuevas subjetividades. Dina Karuskof (1995) nos señala que:

“Es necesaria una nueva visibilidad de las adolescencias  que haga menos amenazantes para los adultos las expresiones y necesidades grupales juveniles”. “Se requiere  una  planificación social que permita construir espacios grupales válidos a fin de que los jóvenes interactúen  y puedan expresar sus inquietudes respecto  del  presente, analizar las opciones, y descubrir las potencialidades”.

Claramente, los/las  adolescentes necesitan hacerse oír y ser orientados en forma personal y grupal por adultos, para continuar su crecimiento y adquirir el derecho a su propia vida. Esto es lo que diversos actores señalan como la confrontación.

Este sostén que acompaña y se aleja posee características propias en cuanto a fortalezas, a seguridades. No tiene que poseer hostilidad o dureza pero sí tener su propia firmeza,  para enfrentar los avatares del crecimiento, los riesgos que el contexto presenta y la madurez suficiente  para señalar  el horizonte.

Frente a tantas propuestas caben tantísimos interrogantes: ¿cómo llegamos a los/las  adolescentes? ¿Cómo perfilamos respuestas institucionales, con políticas públicas que respondan a sus necesidades  y a las nuevas subjetividades, que entienda el mundo construido desde la virtualidad en la que ellos/ellas transitan, desde la  inmediatez, desde la instantaneidad y que modifique procedimientos.

Acercar distancias, cortar brechas comunicacionales, instalar creativos modelos de trabajo, irrumpir en los esquemas convencionales. Entender  lo virtuoso de los espacios colectivos que nuclea a los pares como modelos de identificación saludables.

Apropiarnos de  la formación de pares como una experiencia alentadora, pragmática, que aleja los estereotipos que coloca a jóvenes y adolescentes en lugares vinculados a la falta de deseo e interés, como peligrosos/as,  desviados/as. Todo lo contrario,  la práctica diaria muestra que son claros ejemplos de solidaridad, de sentido común, instalan dispositivos de vida, siendo  protagonistas de luchas por  derechos relacionados a la salud, el buen trato, la no violencia, la igualdad.

El grupo de pares, un colectivo de adolescentes es tierra anidada, un espacio de identidad que nutre y da vida, permite anclaje en la vida, configurar  el pensamiento crítico y  el pensamiento creativo. Facilita romper  el “acostumbramiento”: significa irrumpir en la vida cotidiana, desnaturalizar lo dado y aprender  a resolver  conflictos, a tomar decisiones, manejar el estrés  y   ser asertivo/a.

Podemos preguntarnos ¿por qué surge en el momento actual la temática de la participación juvenil en el ámbito de la salud? Algunas respuestas…

Porque la adolescencia / juventud se ha jerarquizado en estos últimos tiempos, porque  el paradigma médico viene cambiando desde hace 40 años (alma atta), porque la postura “promocional” en salud va reemplazando el modelo medico hegemónico. y porque además contamos con un  marco legislativo que favorece, en la actualidad los  procesos de participación como  la incorporación de los derechos del  niño niña y adolescentes en la constitución nacional, con la  ley 25673 de salud sexual y procreación responsable, ley 26061 de derechos de niñas, niños y adolescentes, ley 26850 de educación sexual integral, ley 26743 de identidad de género , entre otras tantas, que configuran en nuestro país y estado provincial un amplio marco normativo jurídico que nos posiciona como sujetos de Derecho.

(*) Docente Cátedra Teoría y Práctica de Servicio Social en Comunidad, Fadecs, Uncoma. Programa Preventores Juveniles. Ministerio de Salud de Río Negro

 

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